Revue de la B.P.C.                      THÈMES                                       X/2001

http://www.philosophiedudroit.org/

____________________________________________________________________________________________________

 

 

LA FILOSOFIA EN EL PROCESO DE INCULTURACIÓN DE LA FE

EN EL URUGUAY ACTUAL.

 

par María Cristina Araujo Azarola

Professeur de philosophie à l'Université de Montevideo (Uruguay)

 

1)       Delimitación del tema[1]:

Estas reflexiones están pensadas en términos de filosofía realista: Ellas giran en torno a la interrogante: ¿ cómo un cristiano puede inculturar su fe en el Uruguay de hoy? Como mi especialidad es la Filosofía, la interrogante está planteada desde este ámbito. He recurrido a la experiencia, al estudio de lo que otros han pensado e investigado, y a la reflexión. En todo caso, la motivación central es la búsqueda de la verdad sobre la inculturación de la fe católica en el Uruguay, y el rol de la Filosofía en este proceso de inculturación.

Sabemos que nuestra patria nació cristiana y fue amamantada en el Evangelio; fue vitalizada y organizada por Monseñor Jacinto Vera, nuestro primer Obispo, para quien la educación, junto con la persona y la oración constituyen tres formas básicas de apostolado laical en orden a una acción social evangélicamente inculturada.[i]

Además, la familia ha sido un baluarte en la difusión cultural de los valores evangélicos en el Uruguay, Juan Pablo II, en su segunda visita al Uruguay, reconoció que la mujer ha tenido un papel relevante en esta acción de mantener el perfil de catolicidad en nuestra patria.[ii]

Sin embargo, la fe los creyentes está hoy debilitada. ¿Cuáles son los motivos? ¿Podrá tener alguna incidencia la Filosofía?...¿la educación?.... ¿ la prensa en todas sus manifestaciones?

Es posible que todos ellos tengan su cuota parte. Puede haber otros. De todos modos me surgen estas preguntas: ¿cómo un cristiano uruguayo puede también hoy vivir su fe haciéndola cultura? ¿Tiene la Filosofía alguna relación con el proceso de inculturación de la fe? En este caso, ¿cómo puede inculturarse el contenido de la fe católica desde la filosofía, sin desnaturalizar la verdad de fe y sin perder la filosofía su autonomía metodológica?

Comienzo señalando los pre-supuestos que enmarcan estas reflexiones, pues ellos son parte de mi horizonte intelectual. Luego realizo una aclaración semántica de los vocablos “fe” y “cultura”. Expongo lo que considero clave de la opción cultural y las consecuencias de esa opción. Después de una breve reflexión sobre el quehacer filosófico, recojo algunas expresiones de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano del año 1992, y del Mensaje de la Asamblea especial para América del Sínodo de los obispos reunidos en Roma en el año 1997. La Filosofía puede contribuir a resolver alguno de los desafíos allí presentados. Es por demás relevante la encíclica “Fides et Ratio” de Juan Pablo II, que merece un estudio pormenorizado.

 

2. Presupuestos filosóficos y de fe.

Estas reflexiones hay que entenderlas desde ciertos presupuestos filosóficos y desde el presupuesto básico de la fe católica.

Los presupuestos de la filosofía realista desde la cual reflexiono, son los siguientes:

1)       Todo hombre tiene certeza natural de lo existente circundante y de lo vivenciado por sí mismo.

2)       La certeza no se confunde con la verdad. La certeza es un estado de nuestra mente por la cual se afirma algo sin temor a equivocarse. La certeza es pues, un estado subjetivo basado en la evidencia con que se ve o se presenta el objeto.

3)       Lo real existente posee una verdad por lo cual cada ente es lo que es; independiente de lo que se piense sobre él.

4)       El ser humano es capaz de conocer la verdad.

5)        El vocablo verdad es análogo; por consiguiente, hay que distinguir la verdad de lo real y la verdad de lo real sobrenatural: la verdad psicológica, la verdad gnoseológica y la verdad meramente lógica (o validez meramente formal del pensamiento).

El pre-supuesto básico de la fe que enmarca esta reflexión es: Dios ha hablado a los hombres; es decir que Dios se reveló en su Hijo Jesucristo, anunciado por los profetas y prometido desde que el hombre decidió apartarse de la voluntad de Dios, rompiendo así la armonía pensada y querida por Dios desde la eternidad. Por lo tanto, a través de las Sagradas Escrituras conocemos a Jesucristo y cual es su verdadera enseñanza. La tradición  y el magisterio auténtico de la Iglesia nos ayudan en la comprensión.

 

3.Aclaración semántica.

3.1.Qué es la FE.

En el Catecismo de la Iglesia Católica se define de este modo:

“La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se le entrega, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida”.[iii]

Más adelante dice el mismo Catecismo:

“Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en su intimidad, Dios ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger esa revelación en la fe.”[iv]

 

En la exposición que sobre la fe hace el Catecismo de la Iglesia Católica, descubrimos dos aspectos: uno objetivo: es el contenido de la fe; es el dato de

Fe; es lo que creemos. Este contenido lo encontramos en la Revelación que Dios dio al hombre. No lo inventamos.

El otro aspecto es el subjetivo: es la respuesta libre del hombre a Dios; es el acto por el cual aceptamos el don gratuito de Dios. Santo Tomás de Aquino dice:

“Creer es el acto del entendimiento que asiente a la verdad divina, imperado por la voluntad a la que Dios mueve mediante la gracia”.[v]

Por lo tanto, el acto de fe no es ni puramente intelectual, ni exclusivamente un acto de voluntad; ni es un sentimiento. En este sentido Walter Kaspers afirma:

“El acto de fe es una actitud existencial totalizadora que abarca todas las potencias del hombre, del entendimiento, la voluntad y el sentimiento. La fe significa afirmarse en Dios, fundar toda la existencia en Dios”.[vi]

Y más adelante dice el mismo autor:

“La fe es en cierto modo, una declaración de amor a Dios... La fe... es... tranquilidad y paz en Dios”.[vii]

Al hombre que tiene fe le importa que Dios sea glorificado en todo.

El mismo hombre que da su respuesta libre a Dios aceptándolo en su unidad y Trinidad, en Su acción creadora y providente y en Su misión salvadora y santificadora, ese mismo hombre, vive y se desenvuelve en un medio familiar, laboral y social impregnados en ciertas pautas culturales. Por lo tanto, al mismo tiempo que esta inmerso en una cultura, el cristiano vive su fe.

Queda planteada la siguiente interrogante: ¿cómo puede un cristiano realizar la síntesis de su fe y su cultura?.

 

3.2. Qué es CULTURA.

La palabra “cultura” admite varios significados. Puede expresar el acervo intelectual, artístico y religioso; en otras ocasiones significa todo  lo actuado por el hombre, así como la totalidad de lo producido por los miembros de una comunidad. En algunos autores no se considera el factor axiológico; en tanto que hay filósofos que vinculan lo cultural a lo positivamente valioso y deshechan como anticultural lo no valioso o lo negativamente valioso. En este discernimiento se aplica el criterio de la humanización; es decir se observa si lo realizado por el hombre es factor de perfeccionamiento moral o si por el contrario le suscita hábitos contrarios a las buenas costumbres, al buen sentido, o bien lesionan a la persona.

En la conceptualización de los aspectos objetivo y subjetivo del vocablo “cultura”, tengo presente este principio de humanización, el cual va estrechamente ligado a la educación según valores positivos. En esta tarea todos los miembros de la sociedad estamos involucrados.

3.2.1 Cultura objetiva.

La cultura objetiva es el conjunto de objetos culturales; vale decir: objetos portadores de valor. Los objetos culturales son bienes; pues son positivamente valiosos. Un objeto cultural dignifica al hombre y lo enriquece.

Esta cultura objetiva es trasmitida a través de la educación y es capaz de suscitar la creación de otros objetos culturales. A esta acción va ligada la vivencia de la tradición y la tradición viva en cuanto fecunda. Por lo tanto, no se consideran como objetos culturales lo que envilece al ser humano.

3.2.2. Cultura subjetiva.

Con la expresión “cultura subjetiva” me refiero a la cultura propia de un sujeto. El hombre es sujeto asimilador y creador de cultura. Nacemos en un ambiente cultural. Estos objetos culturales (cultura objetiva) penetran en nosotros desde nuestra infancia a través de la educación familiar y escolar; de forma sistemática y asistemática: los medios de comunicación social ejercen también, una acción persistente sobre nosotros.

Tenemos un círculo de amistades y compañeros de trabajo. Todo esto es ineludible.

De este modo incorporamos imágenes, palabras, conceptos, criterios de valoración, hábitos y modos de vida. Así adquirimos nuestra cultura subjetiva, desde la cual obramos y creamos nuestros objetos culturales. Así se configura el ethos personal y colectivo.

Por lo tanto, parece existir una estrecha vinculación entre el sujeto y el objeto cultural, porque es el mismo ser humano el receptor y el creador de cultura en la cual está inserto. Todos somos responsables de nuestro ambiente cultural, puesto que tenemos inteligencia para discernir lo positivamente valioso de lo no valioso. Y poseemos voluntad libre para decidir aceptar o rechazar lo que se nos presenta. No somos meros “productos” de la cultura ambiente, a menos que queramos serlo.

La cultura ambiental crea mentalidad. Sin embargo, puesto que nosotros somos los creadores de la cultura ambiental, cabe preguntarnos qué cultura ambiental queremos tener.

 

4. ¿Qué actitud tomaremos?.

No basta con señalar los aspectos no valiosos o moralmente malos que se advierten en nuestro medio. No es suficiente, y a veces ni siquiera es conveniente hablar de las facetas “culturales” o acciones humanas degradantes.

Es verdad que por ser libres, somos capaces de producir objetos positivamente valiosos y también objetos carentes de valor positivo. En este caso, no creamos objetos culturales aunque nos parezca lo contrario, porque estaríamos formando una pseudo-cultura. Algunos prefieren hablar de “cultura de signo negativo a la dignidad humana”: Lo que no dignifica al ser humano, lo que no le permite ser más hombre (auténticamente varón, auténticamente mujer), todo lo que conduce  a su despersonalización es pseudo-cultura; o bien, “cultura de la muerte”[viii], porque mata al hombre en lo que es lo más propio. Las guerras, las droga, la pornografía, la sexualidad desgajada del amor verdadero, la mentira organizada, la aplicación de técnicas meramente estimúlicas; en fin la utilización del hombre por el hombre, son indicadores de signo negativo: Esta pseudo-cultura sumerge al ser humano en la desesperanza y el abatimiento. La persona víctima de esta “cultura de muerte” sufre un vacío existencial[ix] porque se asfixia su conciencia metafísica. El ser humano queda encerrado en la mera subjetividad o en el círculo de la materialidad o del cientismo.

Es verdad que con frecuencia nos sentimos inclinados hacia un objeto con [x]preferencia a otro: Nuestra capacidad afectiva es una caja de resonancias que nos hace vibrar ante lo que no nos es indiferente. Precisamente, para no actuar impulsados simplemente por nuestros afectos, se impone un discernimiento que oriente nuestra elección y nuestra acción. Esta actitud reflexiva no debe ser entendida en el sentido de una fría reflexión racional al estilo kantiano; sino en el orden del discernimiento ignaciano[xi], tal como lo aplicó por ejemplo, Eugenio Espejo, filósofo y médico quiteño del siglo XVIII. Este discernimiento es compatible con el orden de la intelección tal como lo plantea Xavier Zubiri; y con el orden de la reflexión in-sistencial expuesto por Ismael Quiles SJ. También es compatible con la actitud reflexiva en búsqueda de lo auténticamente valioso según lo exponen Viktor Frankl, Juan Zorrilla de San Martín o Alberto Zum Felde. En este horizonte, cabe la interrogante: ¿a la luz de qué criterios o parámetros o pautas hacemos el discernimiento?.

 

5. El discernimiento: punto clave de la opción cultural.

5.1. Tres posibilidades.

Veo tres criterios desde los cuales es posible realizar el discernimiento. Estos criterios, a su vez, definen tres mentalidades. El discernimiento lo hacemos a la luz de la Fe; lo hacemos prescindiendo de la Fe; o contra la Fe.

a)En el primer caso: cuando el discernimiento se realiza a luz de la Fe, estamos ante la actitud del cristiano que quiere ser consecuente con la fe que profesa. A través de ese actuar incultura su fe, pues obra con mentalidad cristiana.

b) En el segundo caso, quien prescinde de su fe, vive un divorcio entre su fe- que tal vez sea solo un conjunto de datos intelectuales- y su vida cotidiana. Esta actitud es frecuente en los uruguayos, como consecuencia del laicismo que impregna el ambiente y que ha anestesiado las conciencias de muchos católicos. Por lo cual, han adquirido la costumbre de separar sus actos de fe de la vida cotidiana, pues no ven correlación ni entienden- tal vez nunca le explicaron en qué consiste- la vida de fe. Los conocimientos de las verdades de fe están divorciados de los otros conocimientos adquiridos. En algunos casos se conoce teóricamente que existe una relación entre la verdad de la fe y la moral, la política, la profesión, el matrimonio, la educación, el trabajo, etc. Pero no se ha tomado conciencia de que la verdad de fe sobrenatural compromete toda la vida del cristiano y cada una de sus acciones debe estar impregnada del espíritu de Cristo.

Por lo tanto, se obra con una mentalidad divorciada de la fe. Es una mentalidad secularizada.

En estas circunstancias, es posible que un hombre adopte una actitud pragmática, pues no está convencido realmente de la verdad que dice profesar.[xii]

c) En el tercer caso, quien discierne contra la fe esta negando la verdad revelada por Dios. Tal vez conoce pero reniega de ella; tal vez la desconoce en sus fuentes, o quizás la menosprecia.

Este discernimiento contrario a la fe es fruto de una mentalidad anticristiana.

 

5.2. Consecuencias culturales del discernimiento.

De estas tres posibles actitudes en el discernimiento, se derivan consecuencias diversas a nivel cultural.

a)       En el primer caso, cuando se obra con mentalidad cristiana, es posible crear una cultura impregnada de valores positivos y criterios de valoración humanitarios, de hábitos humanizantes y costumbres dignificantes, a través de las cuales se procura mejorar el ambiente. El cristiano que vive responsablemente su fe, procura irradiarla viva a través de su vida. En consecuencia, la cultura objetiva será expresión de ese espíritu que lo anima.

Por este motivo, quien discierne a la luz de la fe, incultura su fe a través de sus acciones y obras.

b)       En el caso de quien no ha encarnado su fe a su vida, es muy difícil que logre realizar el proceso de inculturación de la fe. La consecuencia lógica es que viva un ateísmo práctico y por lo tanto sus acciones pueden llevar a ser despersonalizantes e incluso contrarias a la fe.

Es la consecuencia de la enseñanza laica al margen de la enseñanza catequética; es el resultado de la trasmisión del contenido programático de las asignaturas prescindiendo de la historia de la Salvación realizada en Cristo.En algunos casos es resultado de la equívoca acentuación de una autonomía disciplinar o racional, que dificulta comprender cómo es posible asociar el don divino de la fe con los múltiples saberes y variadas situaciones de la vida.

c)       En tercer lugar, quien discierne contra la fe, atenta contra ella; atenta contra Dios. Con frecuencia se pretende sustituirla. Es el caso del movimiento de la Ilustración racionalista del siglo XVIII, y del neo-iluminismo.

Se pretende sustituir la conciencia creyente por la razón autónoma, es decir: se procura suplantar la religión revelada por la religión natural y la religión laica. En los hechos, se vacía la conciencia del creyente en cuanto se utiliza el vocabulario religioso, se parasitan expresiones e imágenes bíblicas y se subordina la interpretación de las sagradas Escrituras a la mera razón humana.

Esta lucha contra la religión revelada se presenta bajo diversas formas del naturalismo materialista y positivista y del materialismo dialéctico, que son derivaciones del racionalismo dieciochesco. De modo consciente e inconsciente también hoy se utilizan imágenes y expresiones bíblicas y religiosas con fines propagandísticos, modificando su significado original. En nuestra historia, la “Profesión de fe racionalista” de 1872[xiii], y el contexto filosófico y religioso de la propuesta educativa de José Pedro Varela[xiv] son ejemplos de esta actitud contraria a las verdades de fe católica.

Alberto Zum Felde presenta con realismo y crudeza las consecuencias de la difusión sistemática de la pseudo- cultura racionalista.[xv]

 

6. La inculturación de la fe y la Filosofía.

6.1. El problema uruguayo.

Llegamos al punto clave de nuestra reflexión: la inculturación de la fe católica en el Uruguay de hoy, y la Filosofía. La relación entre la filosofía y la Fe es muy estrecha, pues ambas tienen como punto de referencia a la persona humana. La Filosofía es un esfuerzo racional por descubrir la verdad de lo real; y la Fe es un don que Dios da al hombre.

Por la filosofía no se evangeliza, en sentido estricto; pero se puede disponer al hombre para recibir la Palabra de Dios.

En el diálogo acerca de la posibilidad de inculturar la fe a través de la Filosofía u otros ámbitos del saber humano, con frecuencia surgen en el Uruguay, estas interrogantes: ¿No será proselitismo religioso? ¿No es apología de la Fe católica? ¿No se violentará la conciencia del educando?¿ No sería atentar contra la laicidad?....

Paralelamente, mientras los cristianos consideran este asunto según los  criterios secularistas, observamos que aumenta la violencia y la delincuencia en todos los ámbitos y en todos los niveles. Se atenta contra los derechos básicos de la persona con pretextos científicos, económicos, culturales, legales o partidarios. La amabilidad, la alegría auténtica y el amor al prójimo, así como la gratuidad y la serenidad que surgen de la paz interior, se van desvaneciendo en los uruguayos. Aumentan las adicciones, la superficialidad y el vacío existencial, al tiempo que disminuyen las responsabilidades o por lo menos, la conciencia de la propia responsabilidad. Se habla mucho de los derechos pero se descuidan los deberes.

Todo esto fue ya previsto y advertido en nuestro medio. Muchos factores pueden incidir en su génesis. Es verdad también, que el hombre es libre para optar. Pero su opción deja de ser auténticamente libre cuando se le oculta la verdad de la Fe y las líneas de pensamiento del humanismo trascendente.

Es así que las sucesivas generaciones de uruguayos mentalizadas en las variadas direcciones del racionalismo, materialismo, positivismo, biologismo que dan origen a las gnosis actuales y desembocan en ese movimiento tan confuso de “post- modernidad” y de “nueva era”, encerradas en un círculo rutinario de la materialidad y consumismo, vivan la insatisfacción, asuman actitudes pragmáticas según la dialéctica materialista y el criterio de utilidad o conveniencia. Su corazón es campo fértil para la acedia.[xvi]

Frente a estos problemas, nos preguntamos si la Filosofía tiene alguna respuesta.

 

6.2. Resolución del problema.

Aquí se impone el discernimiento. Es necesario tener conocimiento que:

a)       Filosofía no es religión.

b)       La enseñanza de la Filosofía no es neutra, porque no existe educación neutra. Se educa según valores.

c)       El estudio de la Filosofía tampoco es neutro: quien se orienta hacia la Filosofía es por algo y para algo.

d)       La Filosofía es búsqueda de la verdad. Por consiguiente, quien se orienta hacia los estudios filosóficos es porque busca la verdad. Y esto es lo que debe trasmitir cuando enseña; es esa actitud de búsqueda personal de la verdad sobre sí mismo, sobre el cosmos, sobre la sociedad, etc.

e)       Quien tiene dudas y enseña a dudar, limitándose a esto su enseñanza, suscita una actitud escéptica. Esta actitud no es filosófica; es signo de crisis.

f)        Quien realiza estudios filosóficos es capaz de reconocer, amar y gustar la Sabiduría.

g)       Un cristiano no puede confundir la Sabiduría Divina, que es Cristo en persona, y la sabiduría humana alcanzada por el esfuerzo racional. Con anterioridad al cristianismo, filósofos griegos distinguían la Sabiduría de Dios y la sabiduría alcanzada por la razón humana; por eso se autocalificaban de “filósofos” (es decir “amantes de la Sabiduría”).

Por lo tanto, el Espíritu de sabiduría que Dios concede a quienes Lo buscan, es inalcanzable con el mero esfuerzo racional. Sin embargo, en virtud de este mismo Espíritu de Sabiduría, el cristiano puede conocer la verdad de lo real sobrenatural que lo trasciende[xvii]. Por ese motivo, santo Tomás de Aquino decía que una simple vieja conoce de Dios y de la vida eterna, más de lo que conocen los filósofos[xviii].

En estos temas de la verdad y de la sabiduría tendríamos que recoger la tradición filosófica griega y latina, y no olvidar que allí están nuestras raíces. No es conveniente tampoco, desconocer el esfuerzo de los primeros cristianos que incorporaron las semillas de verdad diseminadas en la filosofía y literatura paganas.

No es posible ignorar el esfuerzo de integración cultural realizado por santos misioneros en América Latina[xix]. Además, no debemos desconocer que, curiosamente, en el Uruguay no prospera el cultivo de la filosofía inspirada en fuentes cristianas.

Por lo tanto, hoy aquí en el Uruguay se impone una tarea de discernimiento a fin de distinguir lo que humaniza y lo que deshumaniza: hay corrientes filosóficas que contribuyen a crear el desánimo, el escepticismo, la desesperanza, la división, el rencor, el odio, la utilización del hombre por el hombre. Esto no es cristianismo. Deshumaniza.

Es necesario observar cuales son los pensadores cuya enseñanza obstaculiza la manifestación de la conciencia metafísica y asfixia la conciencia religiosa, pues esto es un atentado contra la conciencia personal.

Por otra parte, existen filósofos que enseñan a buscar la verdad sobre el ser humano y la verdad de la naturaleza. Es necesario investigar cuales son las obras filosóficas que permiten al educando a conocerse a sí mismo en sus reales capacidades y limitaciones. Ayudar al hombre a ser más hombre, no es proselitismo, sino que es un acto de solidaridad.

Ayudar al ser humano a descubrir su propia religación óntica con sus semejantes y con Dios, es ayudarlo a tener conocimiento de su verdad para que pueda dar respuesta libre a la llamada que Dios le está haciendo desde la eternidad. Esto no es apologética religiosa, sino un acto de caridad. A su modo Sócrates también orientaba al joven a descubrir sus obligaciones para con Dios[xx].

Orientar al educando en la necesidad de distinguir el plano de la realidad y el plano de lo deseado y pensado, es disponerlo para la apertura a lo real que lo trasciende: sea esta realidad natural o sobrenatural. Es disponerlo para amar de verdad.

En consecuencia, el quehacer filosófico es obra del hombre; es expresión de sus convicciones y de su mentalidad. Por lo tanto,  puede contribuir a crear cultura con mentalidad cristiana, o puede obstaculizar el acto de fe; tanto en quien realiza ese quehacer filosófico, como en sus educandos y otros miembros de la sociedad. Un desafío que tiene la filosofía en Uruguay es fomentar una cultura de vida que fecunde la civilización del amor.

 

7. Horizonte eclesial americano.

Puesto que me estoy refiriendo a la inculturación de la fe católica en el Uruguay, no me es posible tener oculto lo que han trabajado los obispos latinoamericanos y los obispos de las Américas reunidos en el Sínodo. Realizo una lectura filosófica de sus contenidos y observo que hay materia para la reflexión y la docencia cotidiana.

En primer lugar, los obispos reunidos en Santo domingo no hacen referencia directa al papel de la filosofía en el quehacer cultural y en el proceso de  evangelización. Sin embargo, quedan de manifiesto posturas filosóficas que fomentan la descristianización del continente de la esperanza: racionalismo, pragmatismo, agnosticismo, materialismo, positivismo, formalismo.

Es de interés resaltar que los obispos latinoamericanos, al tratar el tema de la cultura cristiana, ven como desafío pastoral la escasa presencia de la Iglesia en el campo del pensamiento filosófico.[xxi]

El pensamiento filosófico manifiesto en las corrientes del pensamiento nombradas anteriormente, han contribuido a esta deshumanización que vivimos. En consecuencia los obispos parecen considerar necesaria la fecundación de la tarea filosófica por la fe. Por otra parte, la enseñanza de la filosofía forma parte de la educación y de la formación de mentalidades; puede, pues contribuir a la formación de la mentalidad cristiana difundiendo un auténtico humanismo cristiano. Recojo un pasaje del Documento de Santo Domingo:

La educación cristiana es la asimilación de la cultura cristiana: es la inculturación del evangelio en la propia cultura...  Recoge la memoria del pasado, enseña a vivir el hoy y se proyecta hacia el futuro. Por esto, la educación cristiana es indispensable en la Nueva Evangelización”.[xxii]

Estos deseos expresados por los obispos latinoamericanos en el año 1992, tienen que hacerse realidad también en el Uruguay actual. El quehacer filosófico tal como queda explicado, puede contribuir en la Nueva Evangelización a fin de inculturar la fe. Hay que realizarlo con convicción, entusiasmo y dedicación.

Por su parte, los  obispos de América reunidos en el sínodo especial celebrado en Roma a fines de 1997, parecen alentarnos en esta tarea.

Ellos exponen las dificultades y los logros, los problemas y los desafíos que debe afrontar la Iglesia en su camino hacia el tercer milenio; todo lo cual queda sintetizado en un Mensaje. Hacen un llamado a todos los cristianos, cualquiera sea su condición, situación y estado; por lo tanto, entiendo que estamos incluidos quienes trabajamos en el ámbito de la Filosofía.

Cito uno de los pasajes que me suscita esta reflexión:

“ Este es el mensaje de la Asamblea  especial del Sínodo de los obispos para América. Es un mensaje que llama a cada uno de nosotros a continuar trabajando juntos para la venida del reino de Dios entre las naciones de América. Quizás podríamos resumir nuestro mensaje en palabras del Santo Padre: “¡No tengan miedo de cruzar el umbral de la esperanza! “.Allí nos encontraremos con el Señor Jesucristo vivo, nuestra esperanza y nuestra salvación.”[xxiii]

Parecería que nuestra cooperación puede estar en la siembra de una filosofía de la esperanza. Desde ella se abre el horizonte hacia el Infinito eterno. En ella se cultiva un humanismo abierto. Es posible apagar la agresividad del nuevo secularismo y otros prejuicios contrarios a la religión.

La Filosofía también puede hacer posible el evangelio de la vida y la efectiva solidaridad entre los hombres. Desde ella se puede crear una cultura abierta a la fe en el Dios verdadero; se puede sustituir la civilización de la acedia por la civilización del amor.

 



[1] Algunas de estas reflexiones fueron presentadas en el 2do. Congreso Nacional de Renovación de la Educación Católica, celebrado en Montevideo en el mes de  mayo de 1993.



 

 

[i] MONSEÑOR JACINTO VERA: Carta Pastoral sobre la cuestión social, 1 de julio de 1880. Carta Pastoral sobre educación,Montevideo, 24 de Febrero de 1878;Presentación y Bibliografía del Dr. Juan Villegas S.J. Estudio Introductorio de la Prof. María Cristina Araújo Azarola; Montevideo, 1995. MARIA CRISTINA  ARAUJO AZAROLA: Monseñor Jacinto vera en sus cartas pastorales; Montevideo, 1995.

[ii] JUAN PABLO II: Discurso al mundo del trabajo, 8 de mayo de 1988, en : “Juan Pablo II en Uruguay”, Departamento de Comunicación Social de la Conferencia episcopal del Uruguay; Montevideo, 1988.

[iii] Catecismo de la Iglesia Católica, Ed. Lumen, Montevideo, 1992. Está confrontado con la edición original francesa.

[iv] IDEM: N° 35.

[v] SANTO TOMÄS DE AQUINO, Suma Teológica, q.2,a.9.

[vi] WALTER KASPERS: La fe que excede todo conocimiento, Ed.Sa Terrae, Santander, 1988, p.59. Cfr. EDITH STHEIN: Ciencia de la Cruz, Ed. Monte Carmelo, 1989.

[vii] IDEM, p.60.

[viii] IV CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO:Santo Domingo. Conclusiones, Imp.Central, Salto, 1992, Nos.26,219,235.

[ix] VIKTOR FRANKL: Psicoanálisis y Existencialismo, F.C.E. 1978; Ante el vacío existencial, Herder, 1980; El hombre en busca de sentido,Herder,1982, El hombre doliente, Herder,1987;Lo que no esta escrito en mis libros. Memorias. Ed. San Pablo, 1997.

[x] MARÍA CRISTINA ARAUJO AZAROLA: La conciencia metafísica, en : Memorias del tercer Congreso Mundial de Filosofía Cristiana, Quito-Ecuador-1989,T.1, Ed.P.U.C del Ecuador, 1990, pp.113-119.

[xi] San IGNACIO DE LOYOLA: Ejercicio Espirituales; Autobiografía, en Obras Completas, BAC,1987. –M.A.FIORITO SJ: Buscar y hallar la voluntad de Dios; Ed. Diego de Torres, Buenos Aires, 1982, 2 vol.- DANIEL GIL SJ: La consolación sin causa precedente, Montevideo, 1971- RICARDO VILLOSLADA: Loyola y Erasmo, Taurus, Madrid, 1965, p.1965,p. 316 ss.

[xii] MARÍA CRISTINA ARAUJO AZAROLA: William James y su tesis psicológica de la verdad, en: Estudios de Ciencias y Letras, Nos. 12-13, Universidad Católica del Uruguay, “Dámaso Antonio Larrañaga”, 1986,pp.137-159.

[xiii] ARURO ARDAO: Racionalismo y liberalismo en el Uruguay. , Publicaciones de la Universidad de la República, Montevideo, 1962._ JUAN VILLEGAS SJ: La Carta Pastoral de Monseñor  Jacinto Vera acerca de la “Profesión de Fe Racionalista en su entorno”. Comisión “Jacinto Vera”., Montevideo, 1989.

[xiv] JUAN VILLEGAS SJ: Influjo de Ira Mayhew en “La educación del pueblo” de José Pedro Varela, Montevideo, Hegil, 1989.- MARÍA CRISTINA ARAUJO AZAROLA: Contexto filosófico y religioso de la propuesta educativa de José Pedro Varela, Montevideo, Hegil, 1989. Laicismo y Educación:, en boletín salesiano, año XIV, N° 3, Mayo, 1992, pp.27-31. Los caminos de la negación de Dios y américa Latina. , en : Filosofar cristiano, 1987- 1988, Nos. 21-24, pp. 275-289. RICARDO KREBS et alt.: Catolicismo y Laicismo, P.U.C. de Chile, 1981. También puede consultarse en: www.geocities.com/Athens/Atrium/8978

[xv] ALBERTO ZUM FELDE: Aula magna, Imp. Altuna, Montevideo, 1937.- El problema de la cultura americana, Ed.Losada, Buenos Aires, 1943. MARIA CRISTINA  ARAUJO AZAROLA: Alberto Zum Felde  y la identidad de la cultura sudamericana, en : Actas del 1er. Encuentro Nacional de Filosofar Latinoamericano “Problemática Filosófica del Uruguay de hoy”, Montevideo, 1990, pp.27-32.-  Alberto Zum Felde: pensador uruguayo , en: Actas del 1er. Simposio Internacional de Filosofía “Perspectivas de la Filosofía Contemporánea”, Villa María, Argentina, 1996: pp. 223-235. También puede consultarse en: www.geocities.com/Athens/Atrium/8978

[xvi] HORACIO BOJORGE SJ: En mi sed me dieron vinagre. La civilización de la acedia; Ed. Lumen, 1996. ANDRE MANARANCHE SJ: Querer y formar sacerdotes, Ed. Desclée de Brouwer, 1996.

[xvii] JUAN PABLO II: Carta Encíclica “Dominum et vivificantem”, Ed. San Pablo, 1986. M.M PHILIPON: Los frutos del Espíritu Santo. Ed. Palabra, 1983.- EDITH STEIN: Ciencia de la Cruz, ed. c.

[xviii] Citado por MARTIN GRABMAN: La vida espiritual de Santo Tomás de Aquino,  Buenos Aires, 1964, p.183.

[xix] JUAN VILLEGAS SJ: Cinco siglos de Evangelización en América, C.E.H.A., Montevideo, 1992.- Aplicación del Concilio de Trento en Hispanoamérica, 1564-1600. Cuadernos del ITU, N° 3, 1975.- JOSE GARCïA ORO: San Francisco Solano, BAC, 1988.- ALBERTO CATURELLI: Mamerto Esquiu. Vida y pensamiento. Córdoba, 1971.- América y Cristianismo en el quinto centenario:  Actas del IV Congreso Católico de Filosofía, en Filosofar Cristiano, 1991- 1992.- CAYETANO BRUNO SBD: Apóstoles en la Evangelización en el río de la Plata y el Tucumán, Argentina, 1993.- La Iglesia en el Uruguay, en : Cuadernos del ITU, N° 4, 1978.- FRANCISCO POSE SBD.- Corazón y Evangelio para los humildes del campo, Montevideo, 1986.- MARIANO ERRASTI OFM: América Franciscana, Chile, 1986.

[xx] JENOFONTE: Recuerdos de Sócrates.

[xxi] IV CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO: O.c., N° 253.

[xxii] IDEM, N° 263.- Cfr. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA: La interpretación de la Biblia en la Iglesia, Ciudad del Vaticano, 1993.- SANTA SEDE: Carta de los derechos de la familia, Ed. Paulinas, 1992:- CONFERENCIA EPISCOPAL URUGUAYA: Carta Pastoral sobre la dignidad de la persona humana y sus derechos. , Montevideo, 1988.- PEDRO BAQUERO LAZCANO: Reflexiones filosóficas sobre  la Historia y la Sociedad;  Córdoba , 1991.- RUBEN DARIO GARCIA SBD: La primera evangelización y sus lecturas. Desafíos a la Nueva Evangelización; Buenos Aires, 1990. – ALBERTO CATURELLI: El Nuevo Mundo, México, 1991.

[xxiii] Mensaje de la Asamblea especial para América del Sínodo de los Obispos; en: L Osservatore Romano, 19 de diciembre de 1997.